El discurso hacia las personas mayores.
Dentro de nuestro contexto mexicano, las expresiones orales y el lenguaje en general son de suma importancia en el ámbito de las interacciones sociales. El rol que juegan las personas mayores dentro de nuestra comunidad y familias es primordial, sin embargo, en las sociedades en las que vivimos actualmente ha proliferado una subestimación generalizada hacia esta población, lo que ocasiona una segregación social del contexto de las personas mayores.
Viejo, anciano, senil, antiguo, vetusto, añoso, añejo son adjetivos que usualmente utilizamos para referirnos a una persona mayor, son palabras correctas que existen en los diccionarios y que en ningún momento podríamos catalogarlas como ofensas, sin embargo, lo hacemos.
Muy a menudo utilizamos palabras como las antes mencionadas (cabe señalar que utilicé algunas de las más elegantes) para ofender, menospreciar o despreciar a alguna persona; es por esto que la OMS (Organización Mundial de la Salud) determinó que a las personas mayores de 60 años en países en vías de desarrollo y mayores de 65 en países desarrollados se les llamen “Personas Mayores”.
No basta con crear eufemismos para seguir manteniendo el discurso políticamente correcto cuando en la práctica seguimos cargando con connotaciones negativas. Tenemos que ser conscientes de que los niños son niños, los jóvenes son jóvenes y los viejos son viejos, pero la denominación debe mencionarse con el máximo respeto posible: suena muy sencillo sin embargo en la práctica es casi imposible.
Como profesionales de la salud es necesario darnos cuenta de estas situaciones y no referirnos a esta población como “madre” o “padre”, las personas tienen nombre y no creo que seamos tan bien parecidos como para que todos los usuarios de nuestros servicios quieran ser llamados de esta manera, de igual manera en lo social eduquemos a nuestros niños y jóvenes para llamar con respeto a nuestros viejos, y que sean considerados como lo que son: una parte importante de los núcleos familiares y el elemento de cohesión de nuestras comunidades.
La labor es de todos, desde casa hasta las instituciones, y no sólo en cómo nos dirigimos a esta población si no en que son muchos y serán mas debido a las modificaciones demográficas e invariablemente convivimos y conviviremos con ellos.