El saber popular es el conjunto de tradiciones y costumbres de cada pueblo a través de la cultura; a partir de sus conocimientos y manifestaciones culturales, sociales, artísticas y todas aquellas que surgidas en algún momento del pasado, perviven en la actualidad porque se han transmitido de una línea generacional a otra (Gil, 2011).

Al analizar los saberes populares para el desarrollo de actividades socio productivas en adultos mayores se considera el saber popular como fuente de conocimiento para la preservación de las tradiciones y cultura. Al promover las actividades socioproductivas como fuente de ingreso económico y satisfacción personal garantizan la preservación de la cultura y tradiciones propias a través de su saber artesanal, y promover el saber popular a otras generaciones.

Las tradiciones familiares se han mantenido por largo tiempo y otras han nacido con nuevas familias, sin embargo, todas ellas son parte importante de la vida familiar. Cuando los adultos rememoran, recuerdan actividades que les brindaban alegría, satisfacción y felicidad, tales como aquellas que vienen de los padres, los abuelos o de algún familiar cercano, han pasado de generación en generación. Estas son importantes para la familia, no necesariamente por lo que dicen o hacen, sino por el tipo de resultado que producen, realmente las tradiciones brindan a la familia un sentimiento de cercanía que crece con las experiencias compartidas.

La elaboración de manualidades y artesanías mantiene las tradiciones y puede ser fuente de ingresos para muchos adultos mayores.

La socioproductividad además de generarles ingresos económicos también le aportan satisfacción y experiencias en viajes e interrelaciones con otros. Salgado (2000), cuestiona la productividad y empleo remunerado destacando la importancia de valorar las capacidades y contribuciones de los artesanos en la sociedad, con un criterio más amplio que el de la productividad en términos estrictamente económicos.

De acuerdo con David Zolotow (2002) citado por Miralles (2010) cuando las sociedades consideran a los viejos como una carga que todos deben llevar a cuesta, los ancianos, respondiendo a esta expectativa social, se transforman en sujetos de necesidades y demandantes de servicios. Al considerar a los mayores como un “recurso” da lugar al intercambio y la participación como sujetos activos, el desarrollo de las potencialidades, y no se omiten deberes y derechos con toda la sociedad. Los mayores son parte de la sociedad.

Parafraseando al Dr. Butler (1980), la vejez productiva es la capacidad de un individuo para servir en la fuerza de trabajo remunerada y mantenerse independiente como le sea posible; es decir que el saber popular que ha desarrollado a lo largo de su vida y le ha producido satisfacción personal del hacer y saber tantas cosas que la vida le ha concedido de aprender y continuar haciendo lo que le gusta, a su vez de ser ente transmisor de conocimientos a otras generaciones, ir formando al semillero del futuro.