Por Luisa Fernanda Yáñez Núñez Alumna de la carrera de Motricidad Humana en la Facultad de Ciencias de la Cultura Física en la Universidad Autónoma de Chihuahua, México

El síndrome del cuidador se caracteriza por el desgaste de la salud a nivel físico, emocional y social que sufre el cuidador por el cuidado constante y continuo hacia el enfermo. Muchas veces este síndrome está relacionado  con la depresión, debido a la falta de energía, frustración, irritabilidad y pérdida de interés hacia lo laboral y lo familiar.

Las crecientes demandas de atención hacia el enfermo, la falta de organización  en el cuidado, la desatención de la vida personal, la falta de retribución económica, los problemas familiares y la falta de apoyo social, son los principales factores que desencadenan el síndrome del cuidador. 

Hay muchas razones por las cuales se decide cuidar de un enfermo y a lo largo de todo el proceso el familiar o persona encargada de los cuidados (que puede ser un hijo, hija, hermano, sobrino, la misma pareja e incluso algún vecino o amistad del enfermo) se ve sometido a mucha presión y a un fuerte abandono personal que le lleva a desarrollar el denominado síndrome del cuidador, este síndrome consta de 4 fases:

1) Fase de estrés laboral. El cuidador vive sin tiempo, vive por y para el enfermo, desarrolla un cansancio físico, en esta etapa a veces desprecia las ofertas de ayuda de otros familiares porque considera que no necesita ayuda, o que nadie cuidaría al enfermo mejor que él.

2) Fase de estrés afectivo. Viene derivada por la sensación de carencia de afecto, de incomprensión y de falta de apoyo de las personas que lo rodean; se generan sentimientos de impotencia, dado que el cuidador siente que nadie reconoce  su labor de cuidador.

3) Fase de inadecuación personal. El cuidador comienza a sentir las consecuencias psicológicas y físicas de un tipo de actuación desmedida y sin ayuda, está constantemente fatigado, puede llegar a presentar  insomnio, dolores de cabeza, crisis de ansiedad y trastornos del estado de ánimo.

4) Fase de vacío personal. Esta fase aparecerá en aquellos familiares ante la carencia física del enfermo, bien cuando este haya fallecido o cuando haya ingresado a una residencia, a partir de este momento el cuidador principal  tiene que volver a aprender a vivir, rellenando todo el espacio de vida que antes era ocupado por el enfermo.

Algunos cuidadores se imponen cargas irracionales concentrando todo el peso de esta responsabilidad y descuidando su salud, sin ser conscientes del desgaste que implica su labor; de ahí la importancia de involucrar a todos los integrantes de la familia, para que así exista organización en cuanto a los roles que cada quien llevara a cabo en el cuidado de la persona dependiente y así evitar las situaciones problemáticas antes mencionadas.

La risa, el amor y la alegría son fundamentales para el bienestar del cuidador y del enfermo, por ello, es importante no perder de vista la necesidad de cuidar de la propia salud, tomando en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • •Descanse cada día lo suficiente.
  • •Evite el consumo de sustancias nocivas para la salud y no se automedique.
  • •No se aisle, usted necesita tener amigos en quienes pueda confiar la situación que está viviendo. 
  • •Procure un tiempo semanal para mantener actividades que siempre le han gustado.
  • •Pida ayuda, al enfermo lo puede cuidar otro familiar o un asistente para que usted pueda salir unas horas y relajarse.
  • •Cuide su alimentación, coma sano para evitar consecuencias negativas a corto, medio o largo plazo  tales como obesidad, diabetes, hipertensión, entre otras.
  • •Realice ejercicio físico de manera regular.
  • •Organice su tiempo y sus actividades estableciendo horarios para poder descansar, esto le evitará estar preocupado o ansioso.
  • •Y lo más importante, ponga límites y evite generar dependencia, recuerde que en la medida de lo posible el enfermo deberá realizar las actividades por sí mismo.

Por todo esto, no debemos olvidar que es importante que el cuidador vea por su salud y no solo por la del enfermo; el cuidador debe tratar de atender de manera prioritaria sus necesidades físicas, sociales, de ocio y cuidar su estado de salud,  ya que esto  repercute directamente en la calidad del cuidado que le aporta al enfermo.

Referencias

Martínez Pizarro, S. (2020). Síndrome del cuidador quemado. Revista clínica de medicina de familia, 13(1), 97-100.

Ramos, E. C., & Castillo, V. A. M. (2017). Prevalencia del síndrome de sobrecarga y sintomatología ansiosa depresiva en el cuidador del adulto mayor. Psicología y salud, 27(1), 53-59.