La fractura de cadera es muy frecuente en los pacientes mayores, con una incidencia que aumenta con la edad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que para el año 2050 un total de 6 millones de fractura de cadera ocurrirán en el mundo entero por año. La mujer se ve 2 a 3 veces más afectada que el varón.

Los principales factores de riesgo son los que disminuyen la densidad del hueso y los que aumentan la posibilidad de caer. La involución producida por la edad disminuye la coordinación neuromuscular, la visión, la audición y los sistemas de alerta autónomos. También otras enfermedades principalmente enfermedades neurológicas que afectan al aparato locomotor como la enfermedad de Parkinson y enfermedades cerebrovasculares, así como la disminución de la capacidad cognitiva, disminuyen el estado reactivo ante la marcha y el desequilibrio. El aumento de la utilización de fármacos en los ancianos, especialmente psicofármacos, altera aún más estas capacidades y coloca al anciano osteoporótico en situación de equilibrio inestable facilitando la caída y la fractura.

La morbilidad y mortalidad de la fractura de cadera son muy elevadas especialmente en aquellos individuos con enfermedades crónicas preexistentes o con mala situación funcional previa. Es muy importante saber a qué nos referimos cuando hablamos de recuperación funcional, ya que la fractura de cadera puede afectar a todas las áreas de la funcionalidad del anciano. Actividades básicas (ABVD): vestido, aseo, uso del baño, transferencias, alimentación, continencia). Actividades Instrumentales: (utilizar trasporte público, realizar tareas domésticas, etc). Por esto, para planificar las estrategias rehabilitadoras es imprescindible conocer perfectamente la situación funcional previa a la fractura y utilizar escalas validadas para ver la evolución.

Entre el 15 y 30% de los ancianos que se fracturan la cadera fallece al cabo de 1 año. El porcentaje más bajo corresponde a los más jóvenes, que viven en su propio domicilio y que tenía una muy buena situación funcional previa.

El tratamiento de la fractura es hospitalario (quirúrgico) realizado por el médico traumatólogo pero el médico geriatra tiene un papel fundamental en el seguimiento, control de dolor, la supervisión de la recuperación funcional y la prevención secundaria tras el egreso hospitalario, como sería la suplementación con calcio y vitamina D.

El médico geriatra además es el que busca la causa de la caída, si fue una caída casual con traumatismo y su consecuente fractura, o si fue una fractura osteoporótica, o si se trata de un síncope de origen cardiaco, efecto adverso de algún medicamento o polifarmacia. Encontrando así el origen y proporcionando un tratamiento específico para el mismo. Con la finalidad de prevenir una nueva caída y otra fractura.

Las intervenciones para reducir el riesgo de fractura de cadera deben ser múltiples y deben ir dirigidas tanto a tratar la osteoporosis como a prevenir las caídas. Y hablar de las caídas sería motivo de otro artículo, ya que las caídas son un síndrome geriátrico y como tal pueden tener múltiples causas, siendo frecuente la coexistencia de las mismas.

Clásicamente, las causas de caída se dividen en factores extrínsecos (entorno, mala iluminación, alfombras sueltas, sillas muy bajas, barreras arquitectónicas…) y factores intrínsecos (enfermedades neurológicas, musculares, esqueléticas, debilidad de los miembros inferiores, vértigo, alteraciones de la visión o audición, fármacos, especialmente fármacos sedantes). Y las estrategias de prevención irán dirigidas en ambos sentidos.

Las causas de caída se dividen en factores extrínsecos y factores intrínsecos Las estrategias de prevención son muy importantes y pueden ser realizadas por el médico geriatra mediante una valoración geriátrica integral.

Se han comentado varios factores que pueden influir en la evolución del anciano con fractura de cadera, tanto en lo que respecta a la mortalidad como a la recuperación de la capacidad funcional previa a la fractura. Sobre muchos de estos factores no es posible actuar: edad, enfermedades crónicas, demencia, etc. Sin embargo, sobre otros se puede influir decisivamente. Por tanto el Geriatra participa en ayudar a los ancianos para que adquiera y/o mantengan la mejor capacidad funcional posible, lo que se logra con actividad física. Si llegara a presentarse la fractura la estabilización del paciente para la pronta cirugía, así como evitar las complicaciones post-operatorias tales como: cuadro confusional/delirium, neumonía, desnutrición, estreñimiento, úlceras por presión, etc. Procurar una educación sanitaria al paciente y a los cuidadores. Recomendaciones para domicilio, cuidados, ejercicios y alimentación. Insistir en la rehabilitación de una manera intensiva. Manejar el miedo a las caídas. 

Es necesario implementar en México y en todo el mundo programas de atención multidisciplinar en el anciano. Como serían las Unidades de Ortogeriatría. Unidades ya existentes en otros países, donde trabajan de manera conjunta médicos traumatólogos, geriatras, rehabilitadores, fisioterapeutas, enfermeras y trabajadoras sociales. Para lograr una atención profesionalizada y eficiente en nuestros mayores.