Una de las características en la formación de los profesionales de la salud deberá ser un enfoque de “Atención Centrada en la Persona Adulta Mayor”, debido a diversas necesidades que presenta dicha población, incluyendo la condición social, vulnerabilidad y estereotipos.

Debemos tener presente que en este tipo de atención, la persona se convierte en el activo principal, todo el que realice una intervención a la persona adulta mayor debe contribuir a un cambio en el enfoque de la valoración gerontológica, situando en el centro de atención a la persona, fomentando su autonomía e independencia.

Se propone cambiar el paradigma de la atención centrada en el servicio, donde solo se enfoca en la necesidad actual del usuario, priorizando patologías y conductas, hacia una atención centrada en la persona, donde es fundamental compartir la toma de decisiones con el usuario y la familia, erradicar la idea de que solo el profesional debe indicar que es lo mejor, sabiendo que la propuesta es prolongar la autonomía, se deben formar equipos de atención integral y multidisciplinar, donde los usuarios y sus cuidadores o familia participen en la resolución y organización de acciones para el presente y futuro de la persona.

Un aspecto de este modelo de atención, es el papel que involucra a quienes tomamos parte de este proceso, donde no solo los profesionales, sino como parte más importante, la persona en cuestión y su familia; como profesionales, una de las labores de este enfoque es brindar las herramientas para que la persona y familia obtengan el empoderamiento para ser partícipes de este cambio; el empoderamiento tiene mucha importancia en el bienestar y en la calidad de vida, posibilitando así, mayor ejercicio de roles, derechos y funciones que pudieron haberse perdido o incluso nunca fueron posibles.

Un punto característico de dicho modelo de atención es reconocer al adulto mayor como un ser humano con valor, una persona con dignidad, que merecen ser tratadas con igual respeto y consideración que cualquier otra persona, independientemente de cualquier característica individual. Los profesionales de la salud deben erradicar pensamientos estereotipados, evitar comentarios o acciones que promuevan incluso colectivamente el ageismo.

De igual manera, está implícito el trato digno en la atención a la persona adulta mayor, con dicho trato, se puede alcanzar la optimización terapéutica y la máxima independencia con el objetivo de fomentar de manera progresiva el autocontrol de la salud que lleva a la autopercepción aumentada de la calidad de vida.

Desafortunadamente, aún estamos alejados de dicha propuesta de atención en nuestro país, una de las principales críticas de la corriente dominante de la promoción de la salud nacional es la escasa o nula participación de la población donde la persona deja de ser un sujeto activo, creativo y trasformador de su vida que le coloca en un rol subordinado en donde solo se asimilan y aceptan prescripciones y en consecuencia la población queda a merced de lo que establecen las instituciones a partir de proyectos de salud. Se debe implementar un nuevo paradigma donde la perspectiva sea el fortalecimiento de las habilidades y capacidades humanas para el autocuidado de las personas y esto se verá reflejado en menos visitas a hospitales y consultas, a una mejora colectiva de salud y a un fomento de promoción de la salud emancipadora.

Recalco que la atención centrada en la persona conlleva responsabilidad y compromiso, requiere liderazgo de los profesionales implicados siempre en participación y sinergia con el usuario y la familia.

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