Siempre es difícil tomar una decisión, sobre todo cuando implica la salud de una persona, ya que las implicaciones bioéticas no dejan de estar presentes. En estos tiempos de pandemia, tomar una decisión acerca de la salud de alguien puede generar sentimientos de culpa si el desenlace es desfavorable e incluso puede causar divisiones o problemas familiares.

Algunas decisiones también son tomadas por las autoridades sanitarias, quienes en ocasiones, toman medidas drásticas que se contraponen a los deseos del paciente o de sus seres queridos en pos del bienestar comunitario. Entonces, ¿A quién corresponden estas decisiones cuando se trata de adultos mayores? ¿En qué momento se está dañando la integridad de las personas mayores? ¿Hasta qué punto se debe respetar el derecho de la persona a decidir cuándo se ve amenazada la salud de los demás?

Presenta el Dr. Juan Pablo Ledesma Heyer, Médico Internista y Geriatra. Para responder a estas preguntas nos acompaña el Dr. Antonio Kobayashi Gutiérrez, Médico Internista con Especialidad en Geriatría y experto en el tema de bioética.

Ve la repetición del programa sobre la toma de decisiones en tiempos del COVID.
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Índice

¿Las decisiones sobre la salud corresponden a los adultos mayores o a otras personas?

Los cuidadores de una persona de la tercera edad, sean sus hijos, nietos o cualquier otra persona que tenga esa responsabilidad, deben hacer todo aquello que recupera la humanidad de sus pacientes o personas a su cuidado. De esta manera, nunca se deben violentar los derechos de la persona que se cuida. El cuidado debe surgir siempre de un diálogo entre el paciente y el cuidador, de otra manera, no se adecua la atención a la realidad de la persona y terminamos construyendo una relación desigual, en la cual, la persona en desventaja (en este caso, la persona mayor) puede salir significativamente afectada física o emocionalmente. Por lo tanto, todo individuo debe tener y conservar la facultad de tomar decisiones para su vida y salud, independientemente de su edad.

¿En qué momento estamos actuando en contra de la integridad de una persona mayor?

El cuidado de una persona no es una relación unilateral, sino bilateral, una interrelación donde lo primero que se debe considerar es el principio de justicia para no crear una desigualdad entre ambas partes. Por lo tanto, se debe procurar siempre el diálogo y considerar los deseos de la persona y su situación de salud y de vida, si no se hace esto, estaríamos actuando en contra de su integridad.

Por poner un ejemplo, en lugar de prohibir o impedir que la persona mayor haga actividades que creemos le ponen en riesgo, como manejar, hacer limpieza del hogar, salir a la calle, etc., hablar primero con él o ella sobre el riesgo que representa realizar estas actividades y buscar la manera de que siga haciéndolas tomando ciertas precauciones. En el caso de una intervención médica, nunca debe ser impuesta sino negociada reconociendo que todas las personas somos iguales en derechos.

En estos tiempo de pandemia, ¿qué hacer en una situación donde la persona mayor no quiere acudir a un hospital cuando lo necesita?

Por ejemplo, si una persona mayor cercana contrae COVID y se pone grave, pero no desea ser hospitalizada se entra en un conflicto moral ¿se le obliga a hospitalizarse con tal de aumentar las probabilidades de que viva, o se respeta su decisión, aún si le pone en mayor riesgo de muerte?

Todo conflicto se resuelve tomando una decisión, y para las personas en esta encrucijada lo primero que debemos tomar en cuenta es el fin y los posibles eventos futuros:

  • ¿Cuál es el deseo del paciente?
  • ¿Qué creencias morales o espirituales tiene?
  • ¿Qué tan probable es que ocurra esto u otro dada su edad y situación de salud?

Es indispensable informarse acerca de los riesgos que existen con tal o cual situación, de hecho, en la mayoría de casos se observa que cuando las personas ven cercana la probabilidad de morir cambian de opinión. Por ejemplo, una persona mayor con COVID tiene cierta posibilidad de morir, y aún más si tiene enfermedades crónicas como hipertensión o diabetes, informarle entonces cómo está la situación. Se tiene que aceptar también el riesgo, lo llevamos a casa y quizás se recupera o quizás no, o le pedimos un tiempo en el hospital para ver cómo avanza. Se puede pedir también una adecuación del tratamiento, considerando los deseos del paciente, por ejemplo, que no se usen medios artificiales para continuar vivos.

Si yo decido no vacunarme contra COVID ¿Qué tan mala es esta decisión?

Cuando ejercemos nuestra autonomía, debemos considerar cual es nuestro proyecto de vida ¿Queremos vivir muchos años, conocer a nuestros nietos o convivir más con ellos?, así como cuál es nuestro riesgo y la cuestión social ¿Lo que yo decido pone en riesgo a otros? Asimismo, se debe dar la suficiente información a la población para que la gente pueda ejercer su libertad de decisión ¿Qué riesgo corre de morir si contrae COVID? ¿Qué efectos secundarios tiene la vacuna? ¿Si se vacuna, qué tanto le protegerá de contraer el virus?

¿Qué hacer cuando las políticas sanitarias de hospitales públicos no son compatibles con las cuestiones morales?

En muchos hospitales de México y del mundo, en particular en hospitales del sector público, no se permiten visitas a los pacientes internados por COVID. Esto parece violentar los derechos de la persona, de ver a sus seres queridos, y de los mismos familiares, que en ocasiones, pierden la oportunidad de estar con ellos antes de morir.

Es una cuestión difícil, pero no se puede arriesgar la salud de la comunidad, ya que la finalidad de los hospitales públicos es salvar la mayor cantidad de vidas y evitar un mayor número de contagios (una persona con COVID puede contagiar hasta 7 de 10 personas) ¿Qué hacer entonces? tenemos un ventilador, no dos ni tres. También se busca exponer menos al personal médico de contagiarse, sino ¿quién atenderá a los enfermos? Por estas razones, no se permiten visitas al paciente.

Conclusión

Las decisiones acerca de la salud de las personas, en particular de las personas mayores, deben tomarse siempre considerando los deseos del paciente, sus derechos y su plan de vida, pero brindándoles también toda la información que existe al respecto de los riesgos que corre ante tal o cual escenario.

Finalmente, nunca se sabe con certeza cuál será el desenlace final de una situación, pero las decisiones que se toman con suficiente información nos deben dejar al menos tranquilos.

No olvidemos también que se debe aprender de toda desgracia comunitaria, ¿Qué aprendimos de estos tiempos difíciles? ¿Quizás sea bueno dar mayor atención y presupuesto al sector salud? ¿Sería bueno cuidar más de nuestra propia salud para evitar enfermedades crónicas que nos ponen en mayor riesgo de morir por COVID?

Si no aprendemos y cambiamos nada ante estas situaciones, se convierten en oportunidades de cambio desperdiciadas y quedan para la historia solamente como desgracias.

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