En 1981 Dorothy Miller acuñó el término “generación Sándwich” para referirse a aquellas personas, hombres y mujeres entre 40 y 50 años, que se enfrentan simultáneamente a dos responsabilidades importantes en su vida: el cuidado de sus hijos (todavía menores de edad o dependientes económicamente) y el cuidado de sus padres (o en ocasiones suegros). ¿Qué implica para estas personas tener dichas responsabilidades? ¿Hay manera de prever esta situación y evitarla o facilitarla?

Presenta el Dr. Juan Pablo Ledesma Heyer, Médico Internista y Geriatra. Para abordar el tema tenemos a nuestra invitada, la Psicóloga Wendy Sandoval, quien cuenta con una Especialidad en Psicogerontología y amplia experiencia en atención a adultos mayores y sus familias. Imagen de Sabine van Erp.

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¿Qué implica pertenecer a la generación sándwich?

En la actualidad, es común que las personas pospongan la edad para tener hijos. Adicionalmente, la esperanza de vida de la población ha aumentado. Esto da lugar a que muchos padres de familia se vean en una situación de tener hijos menores bajo su cuidado al tiempo que deben encargarse de sus padres ya mayores.

Además, en décadas pasadas, las familias solían ser numerosas, habiendo muchos hijos (e incluso nietos) que podían hacerse cargo de sus padres o que continuaban viviendo con ellos (aun habiendo formado su propia familia). Ahora, generalmente se tienen pocos hijos, y ocurre que algunos de ellos no pueden o no quieren ayudar al cuidado de los padres.

Esto suele dar lugar a peleas entre hermanos, desintegración familiar y a que la responsabilidad de los padres termine en un solo hermano, que en muchas ocasiones, se trata de mujeres. De hecho, cifras indican que una mujer puede llegar a dedicar hasta 40 horas por semana al cuidado de su familia o de una persona mayor.

La principal consecuencia de formar parte de la generación sándwich es el estrés y cansancio crónico. Estas personas suelen tener mucha presión económica y social, deben organizar mucho su tiempo y por lo tanto, terminan descuidando su propio envejecimiento, sus aspiraciones y espacios personales. Además es común que vivan con una sensación de culpa constante por no dar abasto suficiente a las demandas de sus padres e hijos.

¿Qué se puede hacer para prever esta situación de cuidado de los padres?

Lo primero es identificar los factores positivos que tienen cada uno de los hijos: tener casa propia, un trabajo estable, un buen estado de salud, entre otras. ¿Qué posibilidades tiene cada uno de ayudar a los padres?

Es importante tratar de que todos los hermanos se involucren, dentro de sus posibilidades, en el cuidado de los padres. No es raro que aquel hijo o hija que se queda más tiempo a vivir con los padres se le adjudique el papel de cuidador y que el resto de hermanos se alejen o desentiendan de la situación.

«Los hijos a cargo de los padres deben también procurar tiempo y cuidados para sí mismos»

Se recomienda hacer un calendario de autocuidados, por ejemplo, dejar espacios del día para hacer ejercicio, lectura o alguna otra actividad de interés. Que no descuiden su salud emocional y física por hacerse cargo de otros.

¿Cómo perciben los hijos a los padres cuidadores de los abuelos?

Suele pasar que los padres no se comunican con los hijos para hablar de estos temas. No les explican la situación física o psicológica de los abuelos, por lo tanto, los hijos terminan visualizando la vejez como algo negativo.

Además, ver enfermos a los abuelos les genera miedo, ansiedad o angustia por la idea de envejecer. Hay que explicarles también que existen enfermedades prevenibles, y que cuidar nuestra salud desde ahora se verá reflejado también cuando lleguemos a la tercera edad.

De hecho, el rol de los gerontólogos y geriatras es promover un envejecimiento saludable, no de negar o evitar el envejecimiento.

«La edad no define quiénes somos y de qué somos capaces»

Es importante también tocar el tema del cuidado de los padres con nuestra pareja. ¿Cuánto tiempo tenemos pensado dedicar a nuestros padres? ¿Hasta qué punto nos vamos a hacer cargo de ellos? Económicamente, ¿con cuánto podemos ayudarles? No olvidemos que el cuidado a los padres suele ser motivo de rupturas o problemas importantes de pareja.

¿Cuándo evaluar la conveniencia de que los padres vayan a un asilo?

Si bien, lo ideal es que la familia se ocupe de los adultos mayores, en ocasiones las circunstancias son complicadas. La situación tanto de los padres como de los hijos o personas que los cuidan debe ser evaluada cuidadosamente: ¿Cómo está el estado de salud de ambos? ¿La persona que los cuida ya está sufriendo el Síndrome del Cuidador? Tomar decisiones con información: evaluar los pros y contras de llevar a los padres a un asilo: ¿Cómo se va a sentir la persona ahí? ¿Es un lugar apto, agradable? ¿Tiene personal capacitado? ¿Se puede solventar económicamente?

No obstante, vale la pena tomarse un espacio para identificar las áreas de oportunidad para mejorar la situación del cuidado de los padres antes de considerar un asilo. Entre más se involucren los hijos y se repartan el cuidado de los padres, menor será la carga. Nunca demos por hecho que las hermanas, por ser mujeres, deben cuidar a los papás. Todos podemos aprender a ser cuidadores y es responsabilidad de todos.

En caso de que vivamos lejos de nuestros padres, no debemos usar esto de pretexto. Siempre hay medios por los cuales nos podemos comunicar con ellos o ayudarlos.

Por concluir, no está de más el anticiparnos para aligerar la carga de nuestros hijos o de aquellas personas que nos van a cuidar en la vejez: es conveniente ahorrar, invertir, cuidar nuestra salud desde ahora.

Si tenemos hijos, hablemos con ellos sobre cómo nos gustaría llevar nuestra vejez. Revisar si tenemos deudas, asuntos sin resolver, ¿cómo están las escrituras de la casa? etc.

«La vejez no tiene por qué ser una etapa negativa de la vida, incapacitante para nosotros y agobiante para aquellos que nos cuiden.»

Muchas decisiones que tomamos desde ahora pueden derivar en una vejez saludable, donde continuemos activos, de buen ánimo y que podamos disfrutar plenamente de esos momentos con nuestros seres queridos y con nosotros mismos.

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