Se entiende que por diversos motivos, el cuidado de un adulto mayor puede ser muy demandante para las personas que viven con él, y vale la pena recordar que cuando la familia colapsa, no están bien ni los seres cercanos, ni el adulto mayor. Actualmente, la mayoría de las casas de descanso, asilos o residencias geriátricas (todos los nombres son correctos) cuentan con los recursos humanos y materiales para brindar una atención integral y de calidad hacia el adulto mayor, pudiendo atender a personas en diferentes condiciones; dependientes, autónomas o ambos casos.
Además, en estos espacios la familia continúa involucrada, pueden visitarlos, ir a comer con ellos o compartir otras actividades, por lo cual, no deben considerarse lugares en los cuales “se abandona” a los adultos mayores. Lo anterior suele generar sentimientos de culpa e incluso puede impedir la institucionalización del adulto mayor cuando puede ser la mejor opción.
Entonces ¿Quiénes son aptos para vivir en una residencia geriátrica? ¿Cómo se puede trabajar con el sentimiento de culpa de la familia al llevarlo a una residencia geriátrica? ¿Cómo elegir la mejor residencia geriátrica para nuestro adulto mayor?
Presenta el Dr. Juan Pablo Ledesma Heyer, Médico Internista y Geriatra. Para responder a estas preguntas nos acompaña la Maestra Luz Elena Mojica, quien cuenta con una Maestría en Administración, actualmente cursa la Maestría en Gerontología de Instituciones de Salud y es además Directora de la Residencia Geriátrica “Sun Haven” desde hace 40 años. Imagen de Piqsels
Índice
- ¿Quiénes son aptos para vivir en una residencia geriátrica?
- ¿Qué emociones están involucradas al momento de la institucionalización?
- ¿Quiénes son aptos para vivir en una residencia geriátrica?
- ¿Cómo se puede trabajar con el sentimiento de culpa de la familia?
- ¿Qué actividades se llevan a cabo en una residencia geriátrica?
- ¿Qué se puede hacer cuando la familia no puede pagar un asilo?
- ¿Cómo elegir la mejor residencia geriátrica para nuestro adulto mayor?
- Conclusión
¿Quiénes son aptos para vivir en una residencia geriátrica?
Pueden ser para cualquier persona mayor, pero son particularmente convenientes cuando se trata de personas con dependencia, que precisan de cuidados especiales. No obstante, hay casos en los que personas completamente sanas y autónomas deciden por sí mismas irse a vivir a una casa de descanso.
Es importante resaltar que cuando se trata de personas que padecen demencia, lo ideal es institucionalizarlas en el momento en que están en etapas no muy avanzadas. Este sería el momento ideal, ya que es más fácil trabajar con ellos y retrasar el progreso de la enfermedad.
¿Qué emociones están involucradas al momento de la institucionalización?
En el caso de la familia, es normal que vayan cargadas de sentimientos de culpa y remordimiento, por creer que están abandonando a sus padres o seres queridos y que deberían ellos cuidarles, aún si les resulta complicado o imposible.
En el caso del adulto mayor, al principio puede ser difícil adaptarse a un nuevo entorno con personas que no conocen, es aquí donde entra el trabajo de quienes laboran en la casa de descanso; lograr hacer que la persona se adapte de manera positiva al lugar, llevándole de manera cálida y amorosa hacia las actividades que se realizan ahí. Actualmente muchas, sino la mayoría de las residencias geriátricas están en la transición hacia la “atención basada en la persona”, poniendo interés especial a cada integrante, considerando su condición física y emocional particular, así como su historia de vida.
¿Cómo se puede trabajar con el sentimiento de culpa de la familia?
Es recomendable, en primer lugar, que la persona cercana o familiar que lleva al adulto mayor al asilo, no piense que es un “para siempre”, sino verlo como un respiro, un espacio, como una oportunidad para mejorar la calidad de vida de ambos. Entonces, se hace la prueba un tiempo para ver cómo se sienten ambos, y de resultar que desean vivir nuevamente juntos, entonces hacerlo
“las residencias geriátricas no son para todos”
Por otro lado, puede resultar que el adulto mayor se adapte positivamente a la residencia e incluso que disfrute más estar ahí que en casa.
También hay casos donde las relaciones pasadas entre el adulto mayor y sus seres cercanos, sean hijos, pareja o sobrinos, no fueron buenas, y esto complica la relación en el presente. Para esto se recomienda terapia (individual o familiar) que pueda ayudar a “sanar” esas heridas del pasado y mejorar su relación, independientemente de si viven juntos o de si el adulto mayor habita en la residencia geriátrica.
¿Qué actividades se llevan a cabo en una residencia geriátrica?
Los asilos o residencias geriátricas son lugares especializados en la atención integral del adulto mayor. Las actividades que se realizan en la casa de descanso van a depender de la autonomía de la persona; cuando se trata de alguien que aún es bastante autónomo, es importante tratar de mantenerle activo, dejarlo que haga sus cosas, que se bañe solo, que se alimente solo. Si se trata de alguien dependiente, entonces se le brinda atención profesional para sus necesidades.
Además, en estos lugares no solamente se busca que el adulto mayor vea cumplidas sus necesidades básicas, sino que esté bien en todos los aspectos. Por lo mismo, se valen de un equipo interdisciplinario que abarque todas las esferas de la vida: hay actividades para fortalecer la parte física, la cuestión cognitiva, la parte espiritual y la parte social
“es importante que se sientan productivos, que aportan algo a la sociedad, a los demás”
¿Qué se puede hacer cuando la familia no puede pagar un asilo?
En un país ideal, habría atención al adulto mayor gratuita y de calidad, sin embargo, no ocurre así en nuestro país y en muchos otros. No obstante, sí existen casas de descanso gratuitas, lo inconveniente es que suelen estar saturadas; hay lista de espera y en ese sentido, es importante ser pacientes, y quizás convenga de mientras buscar centros de día públicos para que nuestro adulto mayor pueda acudir por lo menos una parte del día.
Cuando no es posible institucionalizarles, es conveniente buscar dinámicas familiares donde todos pongan de su parte para cuidar al adulto mayor y no dejar la carga de cuidados a uno o unos cuantos integrantes nada más.
¿Cómo elegir la mejor residencia geriátrica para nuestro adulto mayor?
Es importante no dejarse llevar únicamente por la pantalla, por cómo se ven los espacios; si es muy bonito o incluso lujoso el lugar, sino ver el corazón ¿Quiénes van a cuidar y atender a mi adulto mayor? ¿Qué equipo de trabajo tienen? ¿Se cumplen las normas necesarias? ¿Qué dinámicas tienen y cuáles son sus políticas?, e incluso ¿Cómo se ve el semblante de los residentes del lugar? ¿Se ven contentos? ¿O se les ve resignados y tristes?
Conclusión
En la actualidad, la mayor parte de los integrantes de la familia trabajan, por lo cual, las labores de cuidado de un adulto mayor pueden volverse una carga muy pesada para la persona o personas que le cuidan. Es así, que la cuestión del cuidado de los padres puede generar problemas familiares graves que terminan quebrando a la familia o la relación entre hermanos. Aquí es importante intentar trabajar en equipo, dividirse las labores de cuidado equitativamente entre los hijos (de haberlos), y cuando esto no es posible, no es insensato ni cruel plantear la institucionalización del adulto mayor, “puede ser la mejor opción para todos”. Un asilo o residencia geriátrica cuenta (o debe contar) con todas las herramientas y equipo profesional para dar la mejor atención posible a la persona, siendo su objetivo final el que “que el adulto mayor tenga bienestar en todos los sentidos”.