La vejez es la etapa más larga de la vida, empieza a partir de los 60 años (este criterio varia según el país) y puede extenderse más allá de los 100 años de edad. Todos deseamos una vejez de calidad, con las menores complicaciones posibles, tanto en el aspecto físico, como económico y social. Sin embargo, si no consideramos desde ahora diversos factores, es posible que alguna de estas esferas de la vida no sea como lo esperamos y que nuestra calidad de vida, o la de nuestros seres cercanos, se vea afectada.

Entonces, ¿Qué aspectos hay que tomar en cuenta para ver por nuestra vejez? Qué hacer cuando la persona mayor se encuentra en una situación de abandono o aislamiento? ¿Cómo cuidar las relaciones familiares en esta etapa de la vida?

Presenta el Dr. Juan Pablo Ledesma Heyer, Médico Internista y Geriatra. Para responder a estas preguntas nos acompaña la Lic. En Trabajo Social y Maestra en Gerontología, Leticia Romero Lima, con amplia experiencia en atención a adultos mayores y sus familias. Imagen tomada de piqsels

Índice

¿Qué cambios se han observado en los adultos mayores con el tiempo?

Las problemáticas actuales con los adultos mayores han cambiado: hay más adultos mayores solos o abandonados, que sufren maltrato, que tienen malas relaciones con la familia o que presentan depresión. Lo anterior en parte se debe a que las dinámicas familiares y la cultura se han modificado, muchos familiares no quieren hacerse cargo del adulto mayor: sienten que no tienen por qué hacerlo o que sus padres “no lo merecen” por el trato que les dieron en la infancia, entre otras razones.

Ver por nuestra salud física y mental

Es indispensable considerar que si de jóvenes no cuidamos nuestros hábitos, tarde o temprano, esto se reflejará con la edad en enfermedades. Es importante cuidar nuestro estilo de vida, cuidar lo que comemos, estar hidratados, activos, y cuidar de nuestras relaciones. En tiempos de pandemia, como se vivió en años recientes, las redes sociales pueden compensar bastante la distancia física entre personas.

¿Cómo se puede intervenir en una situación de abandono o aislamiento de un adulto mayor?

Aquí juegan un papel importante los gerontólogos y geriatras u otros profesionales de la salud, como psicólogos o trabajadores sociales que pueden actuar a través de instituciones públicas, como el DIF, o instituciones privadas.

Lo primero que se debe hacer es abordar a la persona sin juzgarla, escucharle, tomarla en cuenta. Generalmente cuando esto sucede, la persona se abre, platica, cuenta lo que siente o lo que le sucede. Se busca generar primero que nada confianza, se construye su biografía, se contacta también a familiares que a veces están alejados porque no saben cómo acercarse. Se vincula también a la persona con vecinos, voluntarios, pastorales, grupos de apoyo, entre otros.

¿Cómo prevenir situaciones difíciles para nuestros seres cercanos una vez que fallecemos?

  • “Si se tiene orden para vivir, también para morir” Hay muchos adultos mayores que no tienen documentos que los identifiquen y esto puede generar problemas a la familia una vez que fallecen. Se recomienda a todas las personas que tengan sus documentos oficiales a la mano, incluso que los digitalicen, y que su familia tenga acceso a ellos.
  • Hacer nuestro testamento, aún si estamos jóvenes, nunca está demás.
  • Si tenemos servicios funerarios, tenerlos a la mano o en una carpeta que se encuentre disponible para nuestros seres cercanos.
  • Dejemos dicha nuestra voluntad de cómo deseamos morir. ¿Queremos que nos cremen o entierren? También es conveniente adquirir un paquete funerario con anticipación, para que no pase lo que sucedió con la pandemia, que los costos se elevaron mucho.

Prevenir no significa sentenciarnos a morir pronto, significa facilitarles a nuestros familiares en una situación en la que de por sí, ya están padeciendo,  y que se cumplan más fácilmente nuestros deseos sobre lo que queremos que se haga con nosotros cuando ya no nos encontremos con vida.

Trabajar el perdón con las personas que queremos y fortalecer las redes de apoyo para la vejez

El primer paso para mejorar nuestra calidad de vida y nuestras relaciones es aceptar con humildad que llegó la vejez. Lo ideal es buscar fortalecer los lazos familiares y de amistad, estar en comunicación con las personas que queremos, sean familiares, vecinos, colegas o amigos. Esto nos ayuda a alcanzar paz y armonía en nuestra vida. Si hay relaciones muy conflictivas en la familia, buscar ayuda profesional, buscar un puente de encuentro donde los miembros de la familia se puedan comunicar con fluidez y respeto.

«Es importante procurar el perdón cuando sea necesario, y la gratitud hacia todos aquellos que nos han dado algo en la vida, sea un bien material o espiritual,  o simplemente un buen momento en la vida, por breve que sea.»

Conclusión

Para concluir, si deseamos tener una vejez de calidad, es necesario que desde ahora (seamos o no jóvenes) veamos por nuestro futuro: cuidemos nuestra salud física y mental para evitar la aparición de enfermedades, veamos por nuestras relaciones personales; trabajemos el perdón y la gratitud y mantengamos la comunicación con nuestros seres queridos. En el aspecto práctico, tengamos siempre a la mano y de preferencia vigentes, nuestros documentos oficiales que nos identifican, servicios funerarios (si se tienen) y hagamos nuestro testamento.

Asimismo, si nos toca acercarnos con un adulto mayor, sean nuestros padres, tíos, abuelos o conocidos, hagámoslo con gentileza, con amabilidad, invitémosle a salir, a tomar algo. Mostrémosles afecto como lo hacemos también con los niños, una palmada en la espalda, un abrazo, un beso, un gracias. Estos simples detalles son el puente para mejorar las relaciones con ellos, y dan un ejemplo a los más jóvenes de cómo tratar a nuestros adultos mayores.

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Rocio Erandi Heyer Osorno- Licenciada En Biología por la Universidad de Guadalajara y Maestra en Ciencias de Comportamiento, con orientación en Neurociencias. Experiencia en trabajo técnico y de investigación en laboratorios de Neurociencia y Biología Molecular. Docente de Universidad. Coautora del libro “La huella del placer: De la regulación a la adicción”.