Demencia es un término general para referirse a un deterioro grave de la capacidad mental que interfiere con la vida cotidiana. La enfermedad por Alzheimer (EA) es el tipo más común de demencia en el mundo.

A nivel global, unas 50 millones de personas tienen demencia, y se estima que este número crecerá a 152 millones en el 2050, debido en parte, al envejecimiento gradual de la población. Esto se estima que ocurra particularmente en países de bajos o medianos ingresos donde alrededor de dos terceras partes de las personas con demencia viven.

Aunque existe tratamiento para los síntomas de la demencia, para la mayoría de demencias no existe una cura como tal, por lo tanto, lo mejor que se puede hacer para no padecerla es prevenirla, y para esto es muy importante que la población conozca los factores de riesgo MODFICABLES para desarrollarla. Imagen tomada de pexels

Factores de riesgo identificados hasta la fecha

En general, un creciente conjunto de evidencia respalda doce factores de riesgo potencialmente modificables para la prevención de la demencia, intervención y atención temprana:

  • Menor educación: estudios muestran que a mayor nivel educativo durante la juventud, se reduce el riesgo de demencia en etapas avanzadas de la vida.  
  • Hipertensión. La hipertensión es uno de los problemas de salud más comunes en el mundo, que afecta a diferentes sistemas del cuerpo incluyendo el sistema nervioso. Se ha visto que la hipertensión persistente durante la mediana edad se asocia a una mayor probabilidad de desarrollar demencia en etapas tardías de la vida.
  • Discapacidad auditiva: Estudios han observado un aumento en la incidencia de demencia en personas que tienen problemas auditivos, sin embargo, este incremento en el riesgo no se observa en personas que utilizan auxiliares auditivos.
  • Tabaquismo: Los fumadores tiene mayor riesgo de desarrollar demencia que los no fumadores, pero tienen también un mayor riesgo de muerte prematura antes de alcanzar la edad a la cual podrían haber desarrollado demencia, lo que afecta un tanto la asociación entre tabaquismo y demencia. Sin embargo, el parar de fumar, aún si ocurre en edad avanzada, reduce el riesgo de demencia.
  • Depresión: Se ha observado que tener depresión se asocia con una mayor incidencia de demencia, aunque la depresión es parte también de los síntomas iniciales de la demencia. El uso de antidepresivos no reduce el riesgo de demencia.
  • Inactividad. En general, la actividad física regular se asocia con menor riesgo de demencia. Se ha visto que el ejercicio de moderato a vigoroso que es constante durante la mediana edad reduce el riesgo de demencia en edad avanzada. Además, otro estudio reportó un aumento en la incidencia de todos los tipos de demencia incluyendo Alzheimer en personas que fueron físicamente inactivas durante un periodo de 10 años previos al diagnóstico.
  • Obesidad. En algunos estudios, la obesidad, pero no el sobrepeso, se ha asociado con mayor riesgo de demencia. Otro estudio mostró que a mayor masa corporal en personas con síntomas probables de demencia (demencia prodrómica), el riesgo de presentarla más adelante era mayor.
  • Diabetes: El riesgo de demencia en personas con diabetes está bastante reportado en la literatura y se sabe que aumenta con la duración y severidad de la diabetes. El efecto de medicamentos para controlarla aun no muestra resultados claros: mientras algunos estudios muestran que el uso de metformina puede reducir la incidencia de demencia en personas con diabetes, otros estudios no muestran un efecto evidente.
  • Bajo contacto social: Estudios alrededor del mundo reportan que el riesgo de demencia es mayor en personas que son solteras la mayor parte de su vida, y en personas que son viudas, comparados con personas que están casadas. También se ha observado que personas con contacto social frecuente a la edad de 60 años tienen menor riesgo de desarrollar demencia.
  • Consumo excesivo de alcohol: El consumo elevado de alcohol está fuertemente asociado desde décadas atrás con alteraciones cerebrales y afectaciones en la capacidad cognitiva, incluyendo demencia.
  • Lesión cerebral traumática (LCT): Estas lesiones suelen causarse comúnmente durante accidentes de carro, moto, bicicleta y en algunos deportes. La presencia de estas lesiones en el cerebro parece aumentar el riesgo de demencia incluyendo demencia por Alzheimer.Este riesgo puede irse a casi el doble en algunas personas con LCT y es aún mayor en personas que vuelven a presentar dichas lesiones.  
  • Contaminación del aire: estudios recientes han mostrado que la exposición a contaminantes del aire puede aumentar el riesgo de demencia, en particular cuando se trata de monóxido de carbono, partículas PM2,5 (las PM2,5 son partículas muy pequeñas que normalmente se encuentran en el humo. Tienen un diámetro de 2,5 micrómetros o menos) y NO2 (Dióxido de Nitrógeno, cuya fuente suelen ser los motores de combustión interna, algunas industrias o instalaciones grandes donde hay combustión).

Factores de la dieta

La influencia de factores dietéticos para desarrollar la EA es una hipótesis que se mantiene, aunque no ha mostrado ser determinante para prevenir la EA. En este sentido, se ha visto que algunos nutrientes podrían servir para prevención de la EA (factores dietéticos positivos) y otros como factores de riesgo (factores dietéticos negativos):

FACTORES DIETETICOS POSITIVOS Y FUENTES COMUNES

  • Vitamina E (Aceites vegetales obtenidos por presión en frio)
  • Vitamina C (brócoli, cítricos, guayaba, bayas)
  • Vitaminas del complejo B (nueces, semillas, cereales integrales)
  • Ácidos grasos poliinsaturados (pescado, mariscos y nueces)
  • Polifenoles (uvas, bayas, té verde)

FACTORES DIETÉTICOS NEGATIVOS Y FUENTES COMUNES

  • Alimentos muy procesados, como la comida rápida
  • Ácidos grasos trans (grasas parcialmente hidrogenadas como la margarina o manteca vegetal)
  • Azúcar de mesa (que además se encuentra en muchos alimentos procesados incluyendo yogurt, barras de granola, galletas, cereales, refrescos, pasteles, entre otros)
  • Alimentos contaminados con metales pesados

La dieta mediterránea

Estudios muestran que la dieta mediterránea puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve y EA. Se caracteriza por el consumo alto de vegetales, frutas, nueces y legumbres, granos no refinados y un consumo bajo de carne roja y productos lácteos. Se ha visto que en esta dieta el consumo de grasa puede ser alto, entre un 30 y 40% del total de requerimiento energético diario, sin embargo mucha de esta ingesta se trata de ácidos grasos insaturados contenidos en el aceite de oliva y pescado. También se incluye el consumo moderado de vino tinto, que tiene antioxidantes.

Efecto de las comorbilidades

El efecto de tener comorbilidades sobre el desarrollo de la EA es bastante claro.

Alrededor del 70 al 80% de las personas diagnosticadas con demencia tienen al menos otras dos enfermedades crónicas más.

Comparados con la población mayor en general, las personas que padecen demencia tiene mayores tasas de enfermedad cerebrovascular, Parkinson, diabetes, úlceras de la piel, trastornos de ansiedad y depresión, neumonía, incontinencia urinaria y alteraciones en sus electrolitos. Además, a mayor presencia de enfermedades en personas con demencia, se observa un decline funcional mucho más acelerado que afecta su calidad de vida y la de sus cuidadores.

Entonces…

Estrategias recomendadas para la reducción del riesgo de demencia

Los riesgos para desarrollar demencia son particularmente altos en las poblaciones socialmente más desfavorecidas. Las estrategias a tomar para reducir la probabilidad de desarrollar demencia son:

A nivel de la población

• Dar prioridad a la educación infantil para todos.

• Implementar políticas sociales de salud pública que reduzcan el riesgo de hipertensión en la población

• Desarrollar políticas que fomenten la actividad social, cognitiva y física a lo largo de la vida.

• Examinar los riesgos de pérdida auditiva a lo largo de la vida, para reducir el riesgo de

exposición a este factor de riesgo.

• Reducir el riesgo de traumatismos cerebrales graves en actividades recreativas, ocupacionales e incluso de trasporte.

• Políticas nacionales e internacionales para reducir la exposición de la población a la contaminación del aire.

• Continuar fortaleciendo los esfuerzos nacionales e internacionales para reducir la exposición al humo del tabaco, tanto en niños como en adultos, y para reducir su consumo y fomentar el abandono del hábito.

A nivel individual

• Tratar la hipertensión y aspirar a una presión arterial sistólica <130 mm Hg en la mediana edad

• Utilice auxiliares para la pérdida auditiva

• Evite o desaconseje beber 21 o más unidades (cada unidad son 8 g de alcohol o 10 ml) de alcohol por semana.

• Prevenir traumatismos craneoencefálicos en personas con mayor riesgo

• Dejar de fumar es beneficioso independientemente de la edad

• Reducir la obesidad y la diabetes  mediante la adquisición de buenos hábitos alimenticios

• Mantener actividad física en la mediana edad y durante la vejez.

Referencias

Livingston, G., Huntley, J., Sommerlad, A., Ames, D., Ballard, C., Banerjee, S., Brayne, C., Burns, A., Cohen-Mansfield, J., Cooper, C., Costafreda, S. G., Dias, A., Fox, N., Gitlin, L. N., Howard, R., Kales, H. C., Kivimäki, M., Larson, E. B., Ogunniyi, A., Orgeta, V., … Mukadam, N. (2020). Dementia prevention, intervention, and care: 2020 report of the Lancet Commission. Lancet (London, England)396(10248), 413–446. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30367-6

Stefaniak, O., Dobrzyńska, M., Drzymała-Czyż, S., & Przysławski, J. (2022). Diet in the Prevention of Alzheimer’s Disease: Current Knowledge and Future Research RequirementsNutrients14(21), 4564. https://doi.org/10.3390/nu14214564

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