La fragilidad se refiere a un síndrome geriátrico que involucra varios signos y síntomas que suelen presentarse al mismo tiempo en adultos mayores, incluyendo la pérdida de peso, poca actividad física, sensación de cansancio o fatiga, y disminución de la marcha (caminar). La fragilidad puede dar lugar a procesos de discapacidad, a un mayor riesgo de padecer diferentes enfermedades, a un mayor riesgo de desnutrición, entre otros problemas, de ahí la importancia de evitar o tratar el síndrome de fragilidad tan pronto se sospeche de ello.

Entonces ¿Qué aspectos se consideran para diagnosticar a una persona con fragilidad? ¿Por qué ocurre la fragilidad? ¿Puede tratarse? ¿Cuál es su pronóstico?

Presenta el Dr. Juan Pablo Ledesma Heyer, Médico Internista y Geriatra. Para responder a estas preguntas nos acompaña el Dr. Samuel Ruiz Bermejo, Médico Geriatra con amplia experiencia en atención a adultos mayores. Imagen tomada de piqsels

Índice

¿Qué tan común es la fragilidad en la población?

Se estima que aproximadamente un 3% de la población con 65 años tiene fragilidad. Este número se aumenta hasta un 16% a 20% en personas de 80 años y alcanza hasta el 30% en población de 90 años.

¿Qué aspectos se consideran para diagnosticar a una persona con fragilidad?

En general, se considera que una persona mayor tiene síndrome de fragilidad si presenta los siguientes signos y síntomas:

  • Si pierde del 4 al 5% de su peso corporal en el curso de un año
  • La persona refiere sentirse cansada la mayor parte del tiempo
  • La persona se encuentra débil, lo que comúnmente se refleja a través de la disminución en la fuerza de prensión.
  • La persona realiza poca actividad física
  • Su marcha o “caminado” se observa lento

«El diagnóstico para fragilidad se debe realizar preferentemente por un médico geriatra. Es éste quien cuenta con las herramientas de valoración más adecuadas para determinar si una persona tiene o no el síndrome de fragilidad.»

¿Por qué ocurre la fragilidad?

El envejecimiento en sí mismo implica una mayor carga oxidativa para nuestro cuerpo que nos hace más propensos a padecer enfermedades y fragilidad, asimismo, a lo largo de los años vamos perdiendo material genético; los telómeros (los extremos de los cromosomas) se van acortando con el tiempo hasta el punto en que se pierde la viabilidad celular y su capacidad de regeneración.

Además, cuestiones ambientales, laborales y psicológicas pueden ponernos en mayor riesgo de desarrollar el síndrome de fragilidad, por ejemplo, el hecho de jubilarse puede llevar a la fragilidad cuando la persona disminuye mucho sus actividades cotidianas o se vuelve más sedentaria. Asimismo, la presencia de diversas enfermedades puede llevar a padecer el síndrome de fragilidad.

¿Cómo se trata el síndrome de fragilidad y cuál es el pronóstico?

El tratamiento para la fragilidad implica atender los 5 puntos que le caracterizan (mencionados arriba). En primer lugar,  se recomienda hacer ejercicios aeróbicos y de esfuerzo para mejorar la fuerza muscular y la lentitud de la marcha. Se debe atender también el aspecto nutricional, promoviendo la adecuada alimentación para evitar la pérdida de peso. Si hay presencia de depresión que afecta el apetito, también debe atenderse. En cuanto a tratamiento farmacológico, en algunos casos pueden recetarse ciertas hormonas (como la testosterona u hormona del tratamiento) o multivitamínicos, así como estimuladores del apetito.  

«En todos los casos el tratamiento es siempre individualizado, dependiendo de las condiciones físicas, sociales, psicológicas e incluso económicas de la persona.»

El pronóstico para el síndrome de fragilidad suele ser bueno cuando la persona se diagnostica con menos de 6 meses: hasta el 85% de las personas se recuperan. Pero si la persona ya tiene más tiempo con fragilidad, se aumenta bastante el riesgo de caídas, fracturas, discapacidad y otros problemas de salud que vuelven más complicada la recuperación.

Conclusión

Uno de los síndromes más comunes en el adulto mayor es la fragilidad. Ésta condición implica la presencia de 5 indicadores principales: pérdida de peso, reporte de cansancio, debilidad, actividad física disminuida y enlentecimiento de la marcha. Cuando se detecta oportunamente, la fragilidad puede ser tratada con bastante éxito a través de la implementación de medidas que van dirigidas a que el adulto mayor recupere la fuerza física y capacidad funcional. Por el contrario, el no atender a un adulto mayor que presenta signos de fragilidad puede llevar a una variedad de problemas físicos y psicológicos, incluyendo la presencia de caídas, fracturas, deterioro cognitivo y de otras enfermedades que a final de cuentas se traducirán en una mayor necesidad de cuidados futuros.

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