¿Qué causa el herpes zóster?

El virus de herpes humano tipo III (VHH-3), también conocido como virus de la varicela-zoster (VVZ), es el causante de la conocida varicela y también del herpes zóster, una complicación que se presenta por una reactivación de este virus.

Cuando contraemos varicela (comúnmente durante la infancia) el cuerpo no se deshace por completo del virus, sino que este permanece de manera inactiva (o latente) en ciertos nervios de nuestro cuerpo.

A medida que nuestra inmunidad hacia este virus disminuye con la edad, o en personas cuyo sistema inmune se encuentra deprimido, el virus de varicela-zóster puede volver a replicarse causando el zóster.

¿Cómo se manifiesta el herpes zóster?

El herpes zóster causa la aparición de ampollas cutáneas (también conocidas como “culebrilla”) que pueden ser muy dolorosas (principalmente en el torso, pero también en cara, cuello, boca y oídos) y puede dar lugar a otras complicaciones de salud como dolor crónico, problemas oculares (de los ojos) y gastrointestinales, incluyendo úlceras, inflamación del hígado y páncreas, entre otras.

Además de la edad, ¿pueden las comorbilidades comunes aumentar el riesgo de padecer herpes zóster?

En efecto, se estima que:

  • 1 de cada 3 pacientes mayor a 50 años desarrollará herpes zoster.
  • La diabetes miellitus aumenta en un 40% la posibilidad de desarrollar herpes zoster.
  • Padecer asma o EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) aumenta aproximadamente un 30% las posibilidades de padecer herpes zoster.
  • Las enfermedades cardiovasculares aumentan aproximadamente un 20% la probabilidad de desarrollar herpes zoster.

¿Cómo se puede tratar y prevenir el desarrollo de herpes zóster?

La terapia estándar del herpes zóster es el uso de aciclovir o también el valaciclovir o brivudina. El aciclovir es un medicamento antiviral que interfiere con la replicación del virus que causa el herpes zóster.

En cuanto a prevención, se han desarrollado vacunas contra herpes zóster cuyo objetivo es prevenir que se active el virus en personas que ya padecieron varicela, y que se desarrolle una complicación común en adultos mayores conocida como “neuralgia postherpética”. Esta complicación consiste en un dolor crónico (que puede durar meses) en las áreas de piel donde se encuentran los nervios infectados por el virus de herpes zóster. Dicho dolor puede ser tan fuerte que incluso puede ser incapacitante.

En la actualidad 2 tipos de vacunas contra herpes zóster que se encuentran disponibles para adultos mayores sanos:

  1. Una vacuna viva atenuada, que contiene al virus del herpes zóster activo, pero debilitado (para evitar que cause la enfermedad). Esta actualmente se comercializa con la marca Zostavax.
  2. Una vacuna recombinante, producida a través de la llamada “tecnología recombinante”. Esta vacuna comercializada por la marca Shingrix no contiene al virus como tal, sino a una proteína específica que conforma al virus, y que ayuda a generar inmunidad contra el mismo.

Ambas vacunas son bastante seguras, sin embargo, se ha observado que la vacuna recombinante (Shingrix) es más efectiva para prevenir el herpes zóster comparada con la vacuna viva atenuada (Zostavax).

La vacuna recombinante también es la más segura para personas inmunodeprimidas. A continuación se presentan algunos datos de seguridad de esta vacuna (Shingrix).

Precauciones generales a seguir

– Es una buena práctica clínica que antes de administrar la vacuna se realice una historia clínica y un examen físico.

– Al igual que con todas las vacunas inyectables, debe de contarse con el tratamiento médico adecuado y la supervisión en caso de que se presente un evento de anafilaxia (reacción alérgica grave) después de la administración de la vacuna.

– Al igual que con otras vacunas, la vacunación con SHINGRIX debe posponerse en sujetos que padecen una enfermedad febril aguda grave.

Nunca se debe administrar la vacuna por vía intravascular, intradérmica o subcutánea.

Al que con otras vacunas administradas por vía intramuscular, SHINGRIX debe administrarse con precaución a personas con cualquier trastorno de la coagulación, ya que pueden producirse hemorragias después de la administración intramuscular a estos sujetos.

– No hay datos sobre el uso de SHINGRIX en mujeres embarazadas.

– No se ha estudiado el efecto en los lactantes de la administración de SHINGRIX a sus madres.

Reacciones adversas de Shingrix

En adultos a partir de los 50 años, las reacciones adversas notificadas con mayor frecuencia fueron: dolor en la zona de inyección, dolor muscular conocido como «mialgia», fatiga y dolor de cabeza o cefalea. La mayoría de estas reacciones fueron de corta duración (mediana de la duración de 2 a 3 días). Las reacciones notificadas como graves duraron de 1 a 2 días.

En un estudio observacional post-comercialización en individuos mayores de 65 años, se observó un aumento del riesgo de síndrome de Guillain-Barré, un trastorno poco frecuente en el cual el propio sistema inmunitario de una persona daña sus neuronas y causa debilidad muscular y a veces parálisis (estimado en 3 casos más, a lo históricamente reportado, por millón de dosis administradas) durante los 42 días posteriores a la vacunación con SHINGRIX.

Referencias

Ficha técnica de Shingrix https://cima.aemps.es/cima/pdfs/es/ft/1181272001/FT_1181272001.pdf

Patil, A., Goldust, M., & Wollina, U. (2022). Herpes zoster: A Review of Clinical Manifestations and Management. Viruses, 14(2), 192. https://doi.org/10.3390/v14020192

Shingrix https://www.shingrix.com/es-us/ Fecha de consulta: 05-05-2023

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